*autora: Cristen Pascucci publicado originalmente en inglés aquí. Via Birth Monopoly
traducido y compartido con autorización de la autora por favor no copiar. Compartir es querer.
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Quién permite qué a quién durante el parto
Para la mayoría de las mujeres, el embarazo y el parto son una de las pocas veces que dejamos que otros adultos nos digan qué está "permitido" y "no permitido" hagamos con nuestros propios cuerpos. Es hora de cambiar nuestro lenguaje en torno al tema para reflejar la realidad legal y ética: es la mujer quien decide permitir que un proveedor de salud haga algo-no al revés.
Regularmente oímos el uso de la palabra "permitir" o "dejar·, por proveedores de salud bien intencionados, por miembros de la familia, y por las propias mujeres embarazadas. Durante mi embarazo, me dijeron que "puede que te dejen o puede que no te dejen" sostener a mi bebé inmediatamente después de su nacimiento, dependiendo de qué doctores y enfermeras estén de turno. Me pareció tan extraño que yo podría llegar a estar en posición de tener que pedir permiso para cargar a mi bebé, especialmente cuando había sido mi elección contratar a estos proveedores de salud. ¿Quién estaba permitiendo qué a quién?
Más recientemente, ha estado en todos los medios tras la publicación marzo 2014 de las directrices para la reducción de la tasa de cesárea por el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos (ACOG) y la Sociedad de Medicina Materno-Fetal:
"Las mujeres con embarazos de bajo riesgo se les debe permitir pasar más tiempo en trabajo de parto, para reducir el riesgo de tener una cesárea innecesaria, dicen los obstetras de la nación." (NPR.org)
O:
"Eso puede significar que dejemos a una paciente tener un trabajo de parto más largo, pujar por una cantidad de tiempo más largo, y permitir que las pacientes se tomen más tiempo a través del proceso natural." (CBS News de Filadelfia)
Para las mujeres que dan a luz en el sistema americano de maternidad [tecnocrático, instrumental e impaciente], estas directrices son bienvenidas, pero no son una varita mágica. Las prácticas médicas tardan años e incluso décadas en cambiar, y mientras eso sucede, ¿qué garantías tienen las mujeres acerca de la atención que están recibiendo hoy en día? ¿Es ético atar a las mujeres a lo que un proveedor individual "permitirá"?, con el pleno conocimiento de que no todos los proveedores están practicando lo que la ciencia y evidencia ha demostrado es lo mejor para las mamás y los bebés?
Estas no son preguntas retóricas. En los EE.UU [en América completa y en partes de Europa también], la práctica obsoleta, no basada en la evidencia es rutinaria y aceptada; Las tasas de cesáreas varía de diez veces entre los hospitales de Estados Unidos; y esas tasas varían quince veces entre la población de bajo riesgo. Más del 40% de los hospitales desafían políticas nacionales de salud al "no permitir" partos vaginales después de cesáreas, en detrimento de cientos de miles de madres y bebés. Los Estados Unidos son el único país desarrollado del mundo, con una tasa de mortalidad materna en aumento. Uno de los factores en ese ascenso es nuestro uso excesivo de la cirugía para el parto. Simplemente no podemos operar en el supuesto de que las cirugías que las mujeres están recibiendo son siempre en sus mejores intereses, o el de sus bebés.
Regularmente oímos el uso de la palabra "permitir" o "dejar·, por proveedores de salud bien intencionados, por miembros de la familia, y por las propias mujeres embarazadas. Durante mi embarazo, me dijeron que "puede que te dejen o puede que no te dejen" sostener a mi bebé inmediatamente después de su nacimiento, dependiendo de qué doctores y enfermeras estén de turno. Me pareció tan extraño que yo podría llegar a estar en posición de tener que pedir permiso para cargar a mi bebé, especialmente cuando había sido mi elección contratar a estos proveedores de salud. ¿Quién estaba permitiendo qué a quién?
Más recientemente, ha estado en todos los medios tras la publicación marzo 2014 de las directrices para la reducción de la tasa de cesárea por el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos (ACOG) y la Sociedad de Medicina Materno-Fetal:
"Las mujeres con embarazos de bajo riesgo se les debe permitir pasar más tiempo en trabajo de parto, para reducir el riesgo de tener una cesárea innecesaria, dicen los obstetras de la nación." (NPR.org)
O:
"Eso puede significar que dejemos a una paciente tener un trabajo de parto más largo, pujar por una cantidad de tiempo más largo, y permitir que las pacientes se tomen más tiempo a través del proceso natural." (CBS News de Filadelfia)
Para las mujeres que dan a luz en el sistema americano de maternidad [tecnocrático, instrumental e impaciente], estas directrices son bienvenidas, pero no son una varita mágica. Las prácticas médicas tardan años e incluso décadas en cambiar, y mientras eso sucede, ¿qué garantías tienen las mujeres acerca de la atención que están recibiendo hoy en día? ¿Es ético atar a las mujeres a lo que un proveedor individual "permitirá"?, con el pleno conocimiento de que no todos los proveedores están practicando lo que la ciencia y evidencia ha demostrado es lo mejor para las mamás y los bebés?
Estas no son preguntas retóricas. En los EE.UU [en América completa y en partes de Europa también], la práctica obsoleta, no basada en la evidencia es rutinaria y aceptada; Las tasas de cesáreas varía de diez veces entre los hospitales de Estados Unidos; y esas tasas varían quince veces entre la población de bajo riesgo. Más del 40% de los hospitales desafían políticas nacionales de salud al "no permitir" partos vaginales después de cesáreas, en detrimento de cientos de miles de madres y bebés. Los Estados Unidos son el único país desarrollado del mundo, con una tasa de mortalidad materna en aumento. Uno de los factores en ese ascenso es nuestro uso excesivo de la cirugía para el parto. Simplemente no podemos operar en el supuesto de que las cirugías que las mujeres están recibiendo son siempre en sus mejores intereses, o el de sus bebés.
Es hora de cambiar nuestro lenguaje
para reflejar
la realidad ética y legal
de que es el paciente
quien decide permitir
que el proveedor de salud
haga una intervención
y no al revés.
Pero es algo más que una decisión independiente en torno a si se debe hacer una cesárea. Hay una secuencia de eventos que conducen a esa posibilidad, y muchas mujeres han sido relevadas de su toma de decisiones mucho antes de ese momento. Cuando a las mujeres se les ha dado mensajes todo el tiempo que ellas no son la autoridad en su propio parto, es fácil para un proveedor de salud tomar una decisión unilateral sobre la cirugía. ¿Qué mujer, que ha experimentado nueve meses de lenguaje [met'aforas] como "no te podemos dejar" y "no está permitido" va a tener de repente las herramientas necesarias para rechazar una cirugía innecesaria e incluso saber que ella tiene el derecho de hacerlo?
[Por eso la información es poder, resulta fundamental que hablemos en positivo sobre el cuerpo y sus habilidades durante el parto]
La verdad es que las mujeres, al igual que todos los demás ciudadanos de los Estados Unidos, [Argentina, Venezuela, México y cada vez más países latinoamericanos] tienen el derecho de tomar decisiones sobre sus cuerpos basados en consentimiento informado-una norma legal y ético que requiere que el proveedor transmita toda la información en torno a un procedimiento sugerido o curso de tratamiento, y la persona que recibe el procedimiento o tratamiento decide si toma o no toma ese consejo. El congreso Americano de Obstetricia y Ginecología afirma claramente sobre el consentimiento informado en la atención de la maternidad: "La libertad de aceptar o rechazar el tratamiento médico recomendado tiene fundamentos legales y éticos. En el contexto obstétrico, reconoce que una mujer embarazada competente es la persona apropiada para tomar decisiones sobre el feto que ella está desarrollando "(Comité de ACOG sobre el dictamen del Comité de Ética N º 390 Toma de Decisiones Éticas en Obstetricia y Ginecología; dic 2007, reafirmada en 2013).
[En Venezuela está la Ley Orgánica al derecho de la mujer a una vida libre de violencia con toda una sección violencia obstétrica, en México recién se ha aprobado incluir el término en su Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
[Por eso la información es poder, resulta fundamental que hablemos en positivo sobre el cuerpo y sus habilidades durante el parto]
La verdad es que las mujeres, al igual que todos los demás ciudadanos de los Estados Unidos, [Argentina, Venezuela, México y cada vez más países latinoamericanos] tienen el derecho de tomar decisiones sobre sus cuerpos basados en consentimiento informado-una norma legal y ético que requiere que el proveedor transmita toda la información en torno a un procedimiento sugerido o curso de tratamiento, y la persona que recibe el procedimiento o tratamiento decide si toma o no toma ese consejo. El congreso Americano de Obstetricia y Ginecología afirma claramente sobre el consentimiento informado en la atención de la maternidad: "La libertad de aceptar o rechazar el tratamiento médico recomendado tiene fundamentos legales y éticos. En el contexto obstétrico, reconoce que una mujer embarazada competente es la persona apropiada para tomar decisiones sobre el feto que ella está desarrollando "(Comité de ACOG sobre el dictamen del Comité de Ética N º 390 Toma de Decisiones Éticas en Obstetricia y Ginecología; dic 2007, reafirmada en 2013).
[En Venezuela está la Ley Orgánica al derecho de la mujer a una vida libre de violencia con toda una sección violencia obstétrica, en México recién se ha aprobado incluir el término en su Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
La autoridad legal al dar a luz
se encuentra en la mujer que da a luz,
no en los proveedores de salud y cuidado.
Sí, son un equipo pero
es la mujer quien lleva realmente
los derechos y los riesgos del parto.
Nuestras palabras deben reflejar esa realidad.
Esto se sostiene en marcado contraste a que a las mujeres les digan que tienen "prohibido" rechazar intervenciones potencialmente dañinas como la monitorización electrónica continua en un embarazo de bajo riesgo, o que no las van a dejar tomar una decisión informada al escoger un parto vaginal en lugar de una cirugía o incluso que no tienen permitido comer, beber o ir al baño durante el parto.
En el fondo, este lenguaje es de una falta de respeto. Es la forma en que hablamos a los niños, no adultos competentes. Es una manera descuidada de saltar conversaciones significativas y necesarias sobre lo que debería ser un objetivo común para la madre y el proveedor: un parto saludable y feliz.
Es también un refuerzo de las creencias culturales profundas acerca de las mujeres como objetos pasivos, y no las propietarias en pleno derecho de sus cuerpos ni los representantes de sus bebés, como si tuviera una menor capacidad de tomar decisiones que los han contratado para apoyarlas. Estas ideas tomarán tiempo en cambiar. Pero el nacimiento es un gran lugar para comenzar.
Las palabras tienen poder, y podemos recuperar ese poder en algunas formas sencillas:
- No guardes silencio cuando escuches este tipo de lenguaje ("no te van a dejar ...") en una conversación casual. Di algo, incluso si es sólo algüito. No dejes que pase desapercibido.
- Se gentil mientras estás siendo firme. Recuerda que la mayoría de las personas están repitiendo algo común y aceptado, y que probablemente no han pensado mucho al respecto. Que tu objetivo sea informar, no convencer.
- Elije proveedores que utilizen un lenguaje respetuoso. Si estás escuchando estas palabras durante el embarazo, puedes estar bastante segura de que lo vas a oír durante el parto, y eso puede ser un problema. No puedes actuar como madre cuando estás siendo tratada como a un niño.
- Compañero, álzate a favor de tus seres queridos. Cuando ella esté vulnerable, sé su voz. No hay nadie mejor posicionado para ser un firme defensor de ella y su bebé.
Hoy en día, las mujeres están apostando con sus cuerpos cuando van a dar a luz, con la estadística de que al menos una de cada tres culminará en cesárea en instalaciones en las que las prácticas varían ampliamente, incluso entre proveedores individuales. Y estamos atando las manos de las mujeres cuando seguimos reforzando esta disfunción mediante el uso de palabras como "permitir" para describir una dinámica obsoleta que no nos reconoce como adultos competentes portadores de derechos.
La autoridad legal al dar a luz se encuentra en la mujer que da a luz, no en los proveedores de salud y cuidado. Sí, son un equipo, pero de los dos (de la mujer y el bebé), es la mujer quien lleva realmente los derechos y los riesgos del parto. Nuestras palabras deben reflejar esa realidad.
En el fondo, este lenguaje es de una falta de respeto. Es la forma en que hablamos a los niños, no adultos competentes. Es una manera descuidada de saltar conversaciones significativas y necesarias sobre lo que debería ser un objetivo común para la madre y el proveedor: un parto saludable y feliz.
Es también un refuerzo de las creencias culturales profundas acerca de las mujeres como objetos pasivos, y no las propietarias en pleno derecho de sus cuerpos ni los representantes de sus bebés, como si tuviera una menor capacidad de tomar decisiones que los han contratado para apoyarlas. Estas ideas tomarán tiempo en cambiar. Pero el nacimiento es un gran lugar para comenzar.
Las palabras tienen poder, y podemos recuperar ese poder en algunas formas sencillas:
- No guardes silencio cuando escuches este tipo de lenguaje ("no te van a dejar ...") en una conversación casual. Di algo, incluso si es sólo algüito. No dejes que pase desapercibido.
- Se gentil mientras estás siendo firme. Recuerda que la mayoría de las personas están repitiendo algo común y aceptado, y que probablemente no han pensado mucho al respecto. Que tu objetivo sea informar, no convencer.
- Elije proveedores que utilizen un lenguaje respetuoso. Si estás escuchando estas palabras durante el embarazo, puedes estar bastante segura de que lo vas a oír durante el parto, y eso puede ser un problema. No puedes actuar como madre cuando estás siendo tratada como a un niño.
- Compañero, álzate a favor de tus seres queridos. Cuando ella esté vulnerable, sé su voz. No hay nadie mejor posicionado para ser un firme defensor de ella y su bebé.
Hoy en día, las mujeres están apostando con sus cuerpos cuando van a dar a luz, con la estadística de que al menos una de cada tres culminará en cesárea en instalaciones en las que las prácticas varían ampliamente, incluso entre proveedores individuales. Y estamos atando las manos de las mujeres cuando seguimos reforzando esta disfunción mediante el uso de palabras como "permitir" para describir una dinámica obsoleta que no nos reconoce como adultos competentes portadores de derechos.
La autoridad legal al dar a luz se encuentra en la mujer que da a luz, no en los proveedores de salud y cuidado. Sí, son un equipo, pero de los dos (de la mujer y el bebé), es la mujer quien lleva realmente los derechos y los riesgos del parto. Nuestras palabras deben reflejar esa realidad.