Escrito por: Sara Vale, Dancing Doula.
Traducido y compartido con autorización de la autora. No copiar, compartir es querer.
Alguien le regaló a mi hijo menor uno de esos tupers de plástico amarillo brillante para llevar bananas. Mi primer pensamiento fue “seguro va a ser difícil encontrar bananas que quepan perfectamente dentro de esta cosa”. La banana/plátano en cuestión tendría que tener la longitud exacta y la misma curvatura que esa pequeña caja plástica. Y así mismo fue, a pesar de la emoción de mi pequeña para probarla tan pronto llegáramos a casa, ninguna de las bananas que compramos cabían. Esto es porque la caja de plástico fue construida basado en la imagen que asociamos con una banana, si se quiere, fue construida pensando en cómo se ven las bananas perfectas, casi como una baba de caricatura. Como la banana ‘ideal’.
Y eso me puso a pensar acerca del parto. No me preguntes como es que las bananas me hicieron pensar en el nacimiento, pero pienso acerca de partos casi todo el día, todos los días, así que en mi cabeza tiene todo el sentido que los plátanos me hicieran pensar en el nacimiento. Me recordó todas las situaciones en las a que las mujeres las colocan en cajas, categorizadas y forzadas a encajar en la idea de alguien más, sobre cómo deben ser cuidadas durante su embarazo y cómo deberían parir.
Los sistemas y protocolos de atención a la maternidad están diseñados como grandes fábricas, donde por un lado entra la mujer embarazada y, por el otro lado, sale la mujer con (si dios quiere) un bebé vivo. Lo que ha atravesado la mamá y el bebé mientras han estado dentro de la fábrica queda para la imaginación y francamente en mi opinión, está hecho para que sea así [para que nadie sepa con certeza qué ocurre dentro]. Quizás esa es la razón que cuando las mujeres cuentan la historia de lo que les ha ocurrido a ellas y a sus bebés, nadie realmente les cree.
Las banana no cabían en la caja, algunas eran muy grandes, otras muy rectas, otras muy gordas. Otras cabías porque eran pequeñas, pero quedaba bailando dentro y yo estuve segura que se pondrían marrones de quedarse suficiente tiempo moviéndose dentro. Fui persistente así que las hice encajar. Las forcé a encajar. A algunas las mallugué en la base al forzarlas a la forma curvada. A otra la tuve que cortar en pedacitos para poder meterlos dentro. Esa banana nunca fue la misma. Y como era tan grande una parte quedó por fuera. Otra era tan grande que la tuve que hacer papilla para poder hacer que entrara dentro.
Me pareció triste destruir a un plátano perfectamente bueno, solo por la caja, antes de ella eran tan hermoso, tan diversos, tan maduros y llenos de promesas.
El cuidado en el embarazo y el parto no está haciendo un buen trabajo en satisfacer las necesidades y deseos de las mujeres. Pareciera que ahora todo lo que importa es asesorar el riesgo, siguiendo el protocolo de la institución. Se ha convertido en un sistema de ‘selecciona con una x’, en la que a los profesionales se les enseña a mirar los test, la pantalla, los formatos, las historias, pero no ven a la mujer que está de pie frente a ellos. Realmente no la están viendo a ella, sino están tratando de hacerla encajar en el molde.
Comprendo que tenemos un sistema muy grande y que por supuesto deben existir medidas que aseguren que las mujeres puedan realizarse exámenes que son apropiados a sus necesidades. Pero solo algunas de esas necesidades. Pero solo alguna de estas necesidades está basada en su condición médica. Algunas de esas otras necesidades son ser escuchadas, comprendida, conocer a su profesional de salud. Tener una decisión sobre si los quieren invitar al viaje de su embarazo y parto. Esas son las necesidades que no están siendo satisfechas.
¿Pudiéramos tener un sistema de atención al nacimiento que fuera inclusivo, compasivo y diverso? Centrados en las necesidades de cada familia en particular? ¿Eso es tan utópico? ¿Es tan difícil alcanzar un sistema médico moderno de atención al nacimiento en una unidad obstétrica moderna? No tengo la respuesta definitiva a eso, pero mi mejor suposición es que la respuesta puede que esté en hacer que la caja sea más grande. Que haya más espacio, más opciones, quizás, sólo quizás puedes que las mujeres quepan de buena manera, cómodamente dentro.
Las mujeres, los bebés y las familias vienes de todas las formas y todos los tamaños. Nuestro mundo es amplio y diverso y nuestras sociedades lo son también. Nuestro sistema de atención a la maternidad debería reflejar eso. Mi creencia es que este es asunto de todos. No es suficiente escuchar y estar de acuerdo. Necesitamos tomar acciones. Aunque el cambio con frecuencia es difícil, también es necesario.
Seré por siempre una optimista, así que creo que todos nosotros juntos podemos hacer que suceda.
Sara Vale
Dancing Doula